Daniel de Santis fue un destacado dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y militante del Ejército Guerrillero del Pueblo (ERP) de Argentina, compañero de Santucho, y hoy lidera una corriente de jóvenes guevaristas en la ciudad de La Plata. Creador de la Cátedra Ernesto Che Guevara y autor de libros como ¡A vencer o morir! Historia del PRT-ERP (2004), La historia del PRT-ERP por sus protagonistas (2010) y ¿Por qué el Che fue a Bolivia? (2014), conversó con Maya acerca de América Latina, Argentina y los desafíos actuales del marxismo y guevarismo.
Desde hace un tiempo resistimos una ofensiva restauradora neoliberal, ¿qué nos ha faltado para ser mayorías o consolidar las ideas de la izquierda en América Latina?
Responder con seriedad esta pregunta tiene, para mí, tres dificultades. La primera, es mi poco conocimiento de la situación americana. La segunda, es que me resulta atrevido contestar una pregunta realizada desde el país en el que las transformaciones populares están más avanzadas. Y la tercera, que en Argentina tenemos la situación atípica que al hablar de izquierda se piensa principalmente en el trotskismo (esto es así porque es la corriente hegemónica en la izquierda y porque los partidos que se definen trotskistas han laborado en esa dirección).
Con todo creo que lo más importante a consolidar es que el pueblo trabajador sea el verdadero protagonista en las organizaciones que se reivindican marxistas socialistas. Igualmente pienso que en los países en que fuerzas de nuestra tendencia estén en el poder las transformaciones económicas y sociales deben tener un contenido socialista, lo que incluye la participación consciente de los trabajadores.
¿Cuál es la situación actual de la administración Macri?
El Gobierno de Macri puede ser caracterizado como neoliberal fundamentalista de mercado. Sus medidas económicas y políticas fueron concebidas para impulsar un proyecto agro industrial exportador y extractivista en el que reina el capital financiero especulativo, rebajando los impuestos a estos sectores. Sus logros fueron aumentar la ya alta inflación, incrementar con récord mundial el endeudamiento externo, la multiplicación de la fuga de divisas, manteniendo el altísimo gasto suntuario. Bajó los salarios, las jubilaciones, las prestaciones sociales y la inversión productiva.
Aquella política provocó una profunda crisis económica que lo golpeó fuertemente en lo político. El Gobierno se mantuvo por la complacencia de la Confederación General del Trabajo (CGT) y se mantiene hoy con el apoyo imperialista confirmado por el potencial préstamos de 50 mil millones de dólares del FMI. Pese al desastre, no ha cambiado el rumbo y apuesta a que una cosecha de granos récord lo pueda salvar en las elecciones de 2019.
¿Qué fuerzas de izquierda se configuran y potencian en la oposición al macrismo?
Referido a la Argentina, desde hace años existen corrientes posmodernas que, aunque declinantes, conservan presencia, algunas evolucionando hacia el peronismo. También hallamos al kirchnerismo, que no se reivindica socialista, aunque así lo desearían muchos de sus militantes.
Por otra parte, la mayoría de los partidos trotskistas que se reivindican marxistas adolecen de los males que Lenin caracterizó como “enfermedad infantil”.
Por último, la principal corriente guevarista entró en crisis sin debate político ni ideológico, siendo ocupado ese espacio por su contrincante: un partido que conjuga una corriente de tendencia guevarista con otra de tendencia trotskista.
¿Cómo vislumbra el escenario electoral del año próximo en la Argentina?
Veo a la Alianza Cambiemos en sostenido retroceso por la crisis económica auto infligida. El peronismo se encuentra muy dividido entre una posición seguidista del macrismo y una diversidad de tendencias, ninguna de las cuales puede ser catalogada de izquierda, siendo ampliamente mayoritaria la liderada por Cristina Kirchner. Aquí todos suponemos que será candidata, en cuyo caso liderará la oposición. El interrogante es si van unidos o divididos.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), con gruesas disidencias internas, está casi paralizado, aunque disputará en las presidenciales. En mi opinión, si no tiene una amplia convocatoria unitaria para enfrentar al macrismo corre el riesgo de iniciar su retroceso.
¿Qué es ser de izquierda y revolucionario hoy en América Latina?
Ser revolucionario es contribuir a ampliar los canales de participación popular, y en ese protagonismo encontrar la forma para que los valores del socialismo orienten las luchas y el protagonismo de los trabajadores en la movilización y dirección política. Éste debe ser el sostén del fuerte debate político ideológico que los socialistas debemos encarar contra el neoliberalismo y el individualismo.
Recuperar sin temores los principios socialistas y difundirlos con convicción de que representan el futuro para la humanidad.
En Argentina, la izquierda no habla de la ley del valor, cuando es una batalla que sería exitosa porque es uno de los logros que no nos ha birlado el avance neoliberal. La inmensa mayoría del pueblo sabe o intuye que el trabajo es una fuente de riqueza junto a la naturaleza.
¿Cuál es la vigencia del guevarismo?
En muchos lugares la camiseta se ha impuesto al contenido del pensamiento y acción guevaristas. En Argentina es una corriente pequeñoburguesa que no ha roto el cerco de clase, no se ha instalado orgánicamente en la clase obrera. Y nosotros inconscientemente hemos caído en esa tentación que intentamos revertir (recordemos que aquí el 90% de la población económicamente activa está vincula por relaciones de producción capitalista).
El guevarismo debe volver a encarnar la renovación del pensamiento y la acción marxista. Su desafío es que no le pase lo que a la socialdemocracia europea a principios del siglo XX, cuando se integró al capitalismo. Lo que al comunismo que se burocratizó y fosilizó su pensamiento yendo en la mayoría de los países del mundo a la cola de la burguesía nacional. El guevarismo tiene que seguir siendo no dogmático, rebelde, cara sucia, desprolijo, con olor a pata y barro en los pies, con grasa en las manos y dispuesto a meter el dedo en la cola del disparador. No existe el guevarismo de oficina.
MG
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