sábado, 1 de junio de 2013

Presentación: Desarrollo Productivo Agropecuario

Hablar de Desarrollo Productivo Agropecuario en Bolivia es sensible, básicamente porque cuando nos planteamos este tema, pensamos de manera inmediata en productores campesinos, minifundio, y alimentos primarios en general que no parecen ser de producción industrial. Sin embargo, la actividad agropecuaria y el desarrollo se debaten en lides del mercado internacional dejando en entredicho la soberanía y seguridad alimentaria en nuestro país.

Los expositores nos plantearon visiones diferentes de un mismo tema. Zabala sostiene que producto de un análisis técnico en el Ministerio sobre el desarrollo productivo, conceptualizaron la manera de ver la producción nacional a partir de la denominación de “complejos productivos” que comprenden a los sectores primarios y secundarios de la economía, con sus implicancias o correspondencias entre los sectores creando dinámicas económicas orientadas a fortalecer los factores de encadenamiento con tres criterios: valor bruto de la producción, valor agregado con el sector agropecuario y seguridad alimentaria. Esta visión, está orientada a dinamizar la economía para que con el apoyo del gobierno los productores puedan desarrollar su capacidad productiva y participación en el mercado a través de acciones en el sector productivo manufacturero y alimentario, priorizando el valor agregado, el empleo, la equidad distributiva y la seguridad y soberanía alimentaria.

Dividen en 4 grupos las actividades económicas:

  1. Actividades económicas que son de exportadores transformadores de materias primas nacionales,
  2. Actividades económicas que transforman materias primas nacionales para abastecer el mercado interno,
  3. Actividades económicas que transforman materias primas importadas para abastecer al mercado interno, y
  4. Actividades económicas que transforman materias primas importadas para la exportación.

De estos 4 grupos, el Ministerio ha priorizado al grupo 2 que es un sector que está orientado al mercado interno y “lógicamente es importante buscar su potenciamiento” con criterios de: destacar el valor bruto de la producción, generar valor agregado al producto del sector agropecuario y así, garantizar la seguridad alimentaria.

Una vez identificado el sector y el complejo productivo, se realiza toda una estrategia o solución estructural que permite “el incremento de la productividad”, “regulación de los precios”, “utilización de la capacidad instalada”, “mejorar la fase primaria de producción para abastecer a las industrias”, “mejorar la capacidad de compra de las empresas medianas”, etc. entre otras.
Adicionalmente – no explica que – tienen el FINPRO (con 1.200 millones del RIN)1 para hacer ese tipo de industrias, y trabajar en proyectos que puedan identificar estas mega industrias para solucionar problemas estructurales dentro de cada uno de los complejos productivos que no sean implementados solamente por el gobierno central, sino también por los gobiernos municipales y departamentales. (Qué es el FINPRO y el RIN)
Por su parte, Miguel Ángel Crespo analiza el sector nacional a partir de una visión global (Río + 20) y sus consecuencias en el comportamiento de las políticas nacionales de producción – particularmente agropecuaria – demostrando puntualmente que la presencia de las empresas multinacionales de energía, farmacéuticas y agroindustriales inciden en las políticas del país de manera directa.

Nos plantea la necesidad de trabajar en una política agropecuaria e industrial que responda a las necesidades nacionales de manera “amigable” con la tierra, nuestros recursos, cultura y compromiso por alcanzar la soberanía alimentaria. Este criterio se contrapone contra los intereses transnacionales de sólo el lucro por el lucro.
La vida en nuestro país – nos dice – es consecuencia de esa armonía entre hombre – producto – naturaleza que parodiando el Vivir Bien, es lo que contemporáneamente la política necesita.

Contextualiza las necesidades en un mundo dónde la avaricia, la mentira y la alta tecnología van de la mano para aprovecharse de los pueblos que no tienen fuerza y razón en el manejo de sus políticas nacionales. Es decir: aprovecharse de la soberanía y la dignidad corrompiendo a los operadores o productores de los alimentos, transgenerizando las semillas so pretexto de proporcionar mayores volúmenes de productos al mercado cada vez más hambriento.

Nos devela datos que tienen que preocuparnos y comprometernos: Bolivia es uno de los 17 países que actualmente están sembrando cultivos transgénicos: el 99.65% de la soya es transgénica, cerca de 45 mil Has de maíz y 15 mil Has de algodón. Es decir: porque en los últimos años… se han dicho oficialmente que los transgénicos son la garantía para lograr superar el hambre en nuestro país.

Dicho en pocas palabras: Dinero – productos agropecuarios – dinero (D-M-D), es un circuito que beneficia a las transnacionales en desmedro de: Salud – nutrición – cultura – soberanía alimentaria. Que a decir de los bolivianos es el Vivir Bien el que está en tela de juicio.
Crespo nos advierte de los riesgos que corremos ante “Lo paradójico [es] que juntemos… una serie de decretos y leyes que se han ido aprobando en las últimas semanas en el que ahora se habla de desarrollar acciones de protección al patrimonio genético, prohibiendo a la universidad, prohibiendo su producción, introducción su liberación de semillas genéticamente modificadas, fundamentalmente de las que Bolivia se ha hecho de origen… vemos que se dice una cosa y se hace lo contrario”.

Crespo sentencia: “Es un proceso de extranjerización muy ligado al neoextractivismo. Es decir, ese enfoque minero en la agricultura. Darle duro a la tierra hasta que ya no de, después secarlo e irse a otras tierras o ampliar la frontera agrícola”.
Complementa: “Bolivia no está al margen de lo que es la economía verde que está siendo impulsada por las grandes corporaciones y concluye: Vemos que nuestro país todavía atraviesa un proceso de inseguridad alimentaria, fuerte dependencia de insumos externos con agroquímicos y semillas transgénicas. Eso es un reflejo de que en nuestro país, hay un crecimiento desordenado, no hay una planificación de la frontera agrícola orientada a cultivos de exportación. De hecho, ayer el vicepresidente dijo en un foro en la CAINCO, que hay que ampliar la frontera agrícola a 3 millones más de Has en nuestro país. La pregunta es: ¿para quién?, ¿para qué?”

El tema es bastante peliagudo e impulsa toda nuestra atención y entendimiento para asumir una conducta política al respecto. Este documento pretende acercar esta posibilidad de abrir el debate para que el aporte sea de acuerdo a las necesidades y provocaciones que nos exige la realidad concreta.
1 FINPRO es el Fondo de Producción que ha creado el gobierno para estimular las actividades agropecuarias. El RIN es la sigla de las Reservas Internacionales Netas (Nota del Editor)