viernes, 5 de abril de 2019

Carta de Larraín a Archondo

Estimado profesor Rafael Archondo (le saludo de esta forma porque fui alumno suyo en el CIDES-UMSA y porque aprecio la labor docente):
El día de ayer, jueves 4 de abril, leí con atención su columna de opinión H Parlante, publicada en la web de Página Siete, intitulada: “Crimen en familia”. Y, por algunas expresiones suyas, cuanto menos polémicas, me dispongo a comentar parte de su texto.
Como sabrán las y los lectores, su columna trata el asesinato de la pareja y militantes del ELN boliviano, Elmo Catalán y Genny Köller, el 8 de junio de 1970.
En primer lugar, en lo que respecta a la alusión directa a mi persona por un trabajo del que soy coautor, "Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN). Documentos y escritos 1966-1990" (CIS, 2018), quisiera aclarar que esas “seis líneas fugaces” que dice dedicamos a este doble homicidio, en modo alguno corresponden a una escritura interesada, pues, como bien señala Ud. al inicio del mismo párrafo, nuestra publicación es una recopilación documental y no una historia del ELN. Igualmente, la calificación de “confuso incidente” creo que plasma la verdad tal como la conocemos hasta hoy, la que queda patentada en su propia columna, donde cita testimonios como los de Jesús y el propio Aníbal Crespo –quienes avalan la versión del doble homicidio producto de balazos perpetrados por este último–, al tiempo que acepta que la prensa de la época fue incapaz de ofrecer una sola prueba que diera fe de los disparos a Catalán y Köller.
En segundo lugar, reseña la (primera) versión propagada por el propio ELN en alusión a que la CIA habría “secuestrado, torturado y asesinado a la pareja”, calificándola irónicamente como una “verdad confortable”, para raudamente dar por hecho, amparado en testimonios conseguidos por el historiador Gustavo Rodríguez, de que se trató de un crimen llevado a cabo por un militante eleno, por diferencias internas. Cerrando el caso, sin antes finalizar desplazando preguntas provocadoras.
Sobre este punto deseo extenderme en cuatro datos sugeridos por el prestigioso periodista cubano José Bodes Gómez en su libro: "En la senda del Che. Biografía de Elmo Catalán" (Prensa Latina, 2009), que –a mi entender– nos convocan a la reflexión.
1. En la autopsia realizada a Elmo Catalán, el doctor Guzmán reconoció magulladuras en el antebrazo derecho, izquierdo y muñecas, centrando su atención en “un contenido de un color mosto café que hace pensar tal vez en la posibilidad de un fenómeno hemorrágico por infección de un tóxico”, para concluir que “no existen suficientes elementos de juicio para indicar la causa de la muerte en forma inequívoca”. En efecto, no registró heridas de balas. Cuestión que tampoco hizo el galeno Pedro Mariscal, a cargo de la autopsia de Köller.
2. La tercera semana de junio viajó hasta la ciudad de Cochabamba Gustavo Catalán, para reconocer el cuerpo de su hermano. Tras su exhumación y revisión, declaró: “Cuando lo vi, estaba hinchado, pero era fácil reconocerlo. Tenía en la sien derecha una quemadura, como si le hubieran dado picana. Quizás murió electrocutado”. ¿Evidencias de tortura?
3. El senador socialista y candidato a la presidencia de Chile, Salvador Allende, el 17 de junio, le escribió al general Ovando: “Diríjome a Ud. representarle deferentemente urgencia gobierno encabeza disponga realícese severa y exhaustiva investigación establecer causales reales de muerte de Elmo Catalán y Jenny Koeller STOP Medida sugiero tórnese imperativa en un régimen asevera encarar principios progresistas y justicieros y también porque vastos sectores políticos y sociales chilenos se encuentran hondamente conmovidos ante noticias víctimas habían sido sometidos a crueles torturas policiales culminaron su asesinato”. Petición que fue desatendida.
4. A fines de junio arribó a La Paz Roly Catalán, para repatriar los restos de su hermano. El ministro de Informaciones, Alberto Bailey, luego de atenderlo expresó: “En vista de la solicitud de repatriación de los restos del periodista chileno Elmo Catalán, por parte de los trabajadores del cobre, los periodistas y estudiantes de su país, mi Gobierno no tiene motivo alguno para oponerse, y por el contrario, está dispuesto a acelerar los trámites para que ese deseo se cumpla cuanto antes”. Demás está decir que la autoridad faltó a la verdad e incumplió su compromiso.
Pero, ¿por qué esta brevísima relación de acciones? Porque tanto la prensa boliviana y chilena, como las cableras internacionales, manifestaron confusión ante lo ocurrido. Y los testimonios son contradictorios entre sí y se distancian aún más de los informes forenses. Y las autoridades bolivianas se negaron a entregar a la familia Catalán Avilés los restos de Elmo. Y no se investigó la causal de muerte ni en Bolivia ni en Chile. Y porque alrededor de estos hechos no podemos dejar de preguntarnos: ¿Si el crimen lo cometió un militante del ELN por discrepancias personales, qué motivos tuvo el régimen de Ovando para negarse a entregar el cuerpo de Elmo a su familia en Chile? ¿Por qué se desistió en indagar las causas de las quemaduras en la sien derecha a que aludió Gustavo Catalán?
En tercer y último lugar, le confieso que me parece de muy mal gusto que la única mención que haga de la personalidad de Elmo Catalán sea: “Algunas descripciones de Catalán lo señalan como un coqueto inclinado a tener varias parejas. Un rumor espeso lo retrata asediando a la esposa de Angelito (Crespo Ross), que vivía en la misma casa”. Y es que lejos de toda moralina se me hace inaudito que con buenas intenciones procure reconstruir esta historia en base a lo que Ud. califica de “rumor pesado”, por no decir “cuchicheo vil”. Pienso que antes pudo hablar –y no omitir– de la destacada labor periodística de Elmo en la Agencia Prensa Latina –en el mismo lustro en que trabajaron allí Jorge Ricardo Masetti, Gabriel García Márquez y Rodolfo Walsh–, o como asesor comunicacional de la Confederación de Trabajadores del Cobre en Chile y del propio Salvador Allende.
Por lo expuesto, sostengo que continúa en calidad de “confusa” la circunstancia de la muerte de Catalán y Köller, que no hay nada zanjado aún; que carece de fundamento su certeza del “crimen en familia”; que aunque testimoniantes se adjudiquen el crimen las autopsias científicamente se alejan de cada una de esas palabras; que aunque la CIA se desligue no hay razón para creer en su silencio; y, por último, que en virtud de la verdad histórica la Comisión de la Verdad debiera exhumar sus restos y someterlos a un peritaje forense que determine la causa real de muerte de Elmo Catalán y Genny Köller.
De veras estoy lejos de tener conocimientos precisos de este horrendo y deleznable crimen, pero cuando leo las noticias de la época, los testimonios de testigos, familiares y otros documentos, solo me queda aceptar que mi única certeza es ver la cuadratura del círculo.
Javier Larraín Parada
Pd: Mi nombre en su artículo me lleva a responderle públicamente. Ojalá Página Siete pueda publicar esta carta. Imagino que no depende de Ud., pero si puede intermediar, se lo agradecería. Yo no los conozco.