La Universidad Pública de El Alto
(UPEA) ha promovido uno de los conflictos más violentos en lo que va del año.
Su demanda por incrementar su presupuesto al doble, ha significado un mes de
movilizaciones (junio) con marchas, la muerte de un estudiante en un hecho aún
no plenamente esclarecido, bloqueos, huelgas, enfrentamientos y acciones
violentas.
Empero: ¿es un hecho aislado, expresa
una demanda legítima o es además parte de una experiencia impulsada para medir
las fuerzas que pueden originar el debilitamiento del Proceso frente a las
elecciones presidenciales de 2019? A continuación algunas reflexiones:
I. En
primer lugar, la UPEA no se encuentra regulada por el Sistema Universitario, de
hecho, uno de los principales problemas para que el Estado le asigne mayores
recursos es que no ha podido o no ha querido certificar a su población
estudiantil, es decir no existe una contabilidad oficial del número de estudiantes.
Tal vez una característica fundamental sea que en la UPEA se han engendrado
grupos estudiantiles de poder que, a título de “democracia por asamblea”,
maniobran para poner y sacar docentes, ya que prescinden de mecanismos de
permanencia y titularidad docente, cuestión que ha generado situaciones de manipulación; así sacan y ponen autoridades
afines, lo que ha significado una absoluta carencia de institucionalidad y una
distorsión de cualquier programa académico que alguna vez quiso desarrollarse.
Paralelamente, los estudiantes se
benefician de varias becas, como las de trabajo, de comedor y de vivienda,
entregadas en efectivo a una gran cantidad de beneficiarios, peso económico
como en ninguna otra universidad pública, por ello no es de extrañar que
existan estudiantes en dirigencia que tengan esa condición desde hace 18 años
atrás, cuando fundaron la Universidad.
Académicamente ocupa las últimas
posiciones en evaluación nacional y por eso es considerada como una de las
peores universidades públicas de Bolivia; mientras, en su reclamo
presupuestario, sus dirigentes quieren recibir un presupuesto superior a la
mejor universidad del Sistema Universitario Boliviano, la Universidad Mayor de
San Andrés (UMSA).
Asimismo, las instancias de auditoría
no pueden brindar un dictamen porque la UPEA no puede validar el número de
estudiantes que estima, de los beneficiarios de las diferentes modalidades de
becas y otros, porque simplemente no existe un sistema acorde de registro e
inscripción de sus estudiantes, no pudiendo determinar, por ejemplo, si los
beneficiaros de becas son estudiantes o no.
En resumen, el conflicto solamente ha
favorecido a los grupos de poder de la UPEA, no así al pueblo, ni a la ciencia
y el conocimiento que el Estado Plurinacional necesita, y ni siquiera a los
propios estudiantes de base.
II. En
segundo lugar, es necesario marcar que las universidades del sistema nacional
no responden a las necesidades del país, no existe planificación desde el
Estado y tampoco una coordinación, de esta manera, desde el viraje neoliberal previo
al Proceso de Cambio, las universidades se redefinieron en la búsqueda de
satisfacción del artificial “mercado laboral”, lo que sigue representando la
imposibilidad de desarrollar la ciencia, la tecnología y el conocimiento en Bolivia.
Es necesario, para evitar otro
conflicto similar, reflexionar sobre lo que se requiere impulsar y conseguir
que las universidades públicas en general vayan acorde con los vientos de
cambio y de Revolución que buscamos profundizar.
III. En
tercer y último lugar, a modo de conclusión, cabe indicar que el conflicto de
la UPEA deviene menos por una reivindicación legítima, siendo azuzado por la
derecha –por ejemplo, con el “apoyo” del derechista Colegio Médico de Bolivia–,
y trata de ser un globo de ensayo rumbo a perfilar la crecida de la
conflictividad y la violencia frente a la proximidad de las elecciones
presidenciales de 2019.
Valga la experiencia para aprender de
lo que la derecha es capaz, su forma de actuar, la utilización de ciertos
actores y las redes de apoyo que buscan enlazar. El guion no es nuevo, en
Venezuela se vivieron días aún más extremos, pero es necesario que las
organizaciones y movimientos sociales, así como las organizaciones políticas y
cualquier instancia que tenga como principios un horizonte revolucionario,
consideren y se preparen de todas las formas posibles para prevenir y
reaccionar ante un momento político conflictivo cada vez más álgido.
¡Estamos seguros que el pueblo
organizado y consciente es el pilar para defender y
radicalizar nuestro Proceso de Cambio, VoM!
MG
(Publicado en revista Maya No. 5, julio de 2018)
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