A un mes de su partida física.
María Martha nació del amor entre una
boliviana y un paraguayo que se casaron tras finalizar la Guerra del Chaco; su
existencia inició venciendo una guerra y su internacionalismo fue constante.
Colaboró con su padre periodista en El gran rebelde (primer libro sobre el Che) y quedó
convencida de que el camino para la liberación continental eran las ideas
guevaristas.
Trabajó toda su vida y crió sola cuatro
hijos; su rol de madre no le impidió militar en el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) durante la dictadura de Banzer (1971-1978), donde fue apresada en
dos ocasiones.
En reuniones clandestinas conoció a
su compañero Antonio Peredo, con quien tuvo su quinto hijo. Participó en la
fundación del Semanario Aquí y militó en la Revolución sandinista de Nicaragua.
Durante el periodo neoliberal regresó
a Bolivia y creó, junto a otros, la Fundación Che Guevara, espacio desde donde contribuyó
a la formación de numerosos jóvenes.
Mujer de presencia permanente en las
calles, su claridad política convenció a Antonio para candidatearse como
vicepresidente de Evo Morales en 2002; de este modo, su determinación y la de
muchos más posibilitó el inicio del Proceso de Cambio.
Desde el Parlamento, alguna plaza o
su escritorio, continuó con su labor militante hasta el 2 de junio del 2018, día
en que partió a la inmortalidad, coincidiendo en fecha, día y hora –pero seis
años después– con la partida de Antonio, cual precisión de un operativo eleno.
María Martha nos deja un legado de
amor al pueblo, la causa y a los compañeros, quedará en nuestra memoria como una
mujer nueva, coherente, imprescindible y eterna.
María Fernanda Rada
(Publicado en revista Maya No. 5, julio de 2018)
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