El 21 de agosto de 1971, impulsado por el imperialismo yanqui, Bolivia vivió otro trágico golpe
militar del que tomaría las riendas el funesto Hugo Banzer Suárez.
El golpe era parte del “plan Cóndor” buscaba arti-cular un bloque de regímenes dictato-riales en cinco países de la región an-dina para destruir a la amenaza revo-lucionaria latente, igualmente buscaba introducir las bases necesarias para generar cambios políticos y económi-cos que beneficien al imperialismo.
El golpe se articuló entre los sectores de derecha más reaccionarios y fascis-tas: grupos anticomunistas y de dere-cha de la Fuerzas Armadas, el oportu-nista Movimiento Nacionalista Revo-lucionario de Víctor Paz Estenssoro y la ultra derechista Falange Socialista Boliviana, quienes conformaron el au-tonombrado Frente Patriótico Nacio-nalista (FPN).
Si bien durante el gobierno de JJ To-rres se permitió la instalación de la Asamblea del Pueblo, especie de so-viet que se suponía debía actuar en una suerte de Poder Dual paralelo al Gobierno de Torres, también es cierto que Torres fue siempre más leal a las Fuerzas Armadas que al pueblo: por eso mismo no se animó sino hasta el mismo 21 de agosto, a repartir armas, en una suerte de manotazo de ahogado con el que quería salvar su gobierno del golpe de la ultraderecha que ya se había desencadenado.
militar del que tomaría las riendas el funesto Hugo Banzer Suárez.
El golpe era parte del “plan Cóndor” buscaba arti-cular un bloque de regímenes dictato-riales en cinco países de la región an-dina para destruir a la amenaza revo-lucionaria latente, igualmente buscaba introducir las bases necesarias para generar cambios políticos y económi-cos que beneficien al imperialismo.
El golpe se articuló entre los sectores de derecha más reaccionarios y fascis-tas: grupos anticomunistas y de dere-cha de la Fuerzas Armadas, el oportu-nista Movimiento Nacionalista Revo-lucionario de Víctor Paz Estenssoro y la ultra derechista Falange Socialista Boliviana, quienes conformaron el au-tonombrado Frente Patriótico Nacio-nalista (FPN).
Si bien durante el gobierno de JJ To-rres se permitió la instalación de la Asamblea del Pueblo, especie de so-viet que se suponía debía actuar en una suerte de Poder Dual paralelo al Gobierno de Torres, también es cierto que Torres fue siempre más leal a las Fuerzas Armadas que al pueblo: por eso mismo no se animó sino hasta el mismo 21 de agosto, a repartir armas, en una suerte de manotazo de ahogado con el que quería salvar su gobierno del golpe de la ultraderecha que ya se había desencadenado.
Por otra parte, el movimiento obrero y popular entre noviembre de 1970 y agosto de 1971 mostró su impulso, pero al mismo tiempo su expontaneís-mo e incapacidad de organización, al punto que durante todo ese tiempo, ni siquiera pudo nominar una Directiva de la Asamblea del Pueblo, funcio-nando durante todo este tiempo con un Presídium representativo de las principales organizaciones de base del pueblo.
La izquierda tradicional en sus vertientes trotskistas, stalinistas y jrushevistas así como lo que quedó de la Juventud Revolucionaria del Partido Demócrata Cristiano que después fundaría el MIR, perdieron la orientación y el sentido del proceso, discutiendo largamente si Torres era un Kerenski, si Lechin el Lenin y si Lora el Trotsky del proceso revolucionario boliviano, olvidando que la derecha y el imperialismo estaban actuando paralelamente a sus discu-siones, preparando su golpe de mano con una radicalidad sin precedentes.
La izquierda tradicional se aplazó al considerar que la contradicción funda-mental era “fascismo o democracia”, por lo que optaron por las posiciones democratistas, sin atreverse a plantear como única salida y posibilidad de sal-to histórico, la Revolución Socialista. Sin duda, su sectarismo y vanguardis-mo, significó hacerle el juego a la derecha y el imperialismo.
Una vez más, la historia demostró que sin el partido revolucionario, sin la or-ganización de los revolucionarios en un bloque social amplio, un frente de li-beración nacional, antiimperialista, anticolonialista y anticapitalista, es impo-sible el construir el camino de la revolución socialista.
El Ejército de Liberación Nacional en este contexto:
El ELN había tenido desde el 23 de marzo de 1967, victorias y duros golpes, siendo los más duros de la coyuntura el asesinato de Inti en septiembre de 1969 y el aniquilamiento de la columna de Teoponte entre julio y noviembre de 1970.
Es importante señalar que la organización del Che, no implicaba sólo una vanguardia guerrillera, sino que también contenía en su seno una organiza-ción política. Si bien la apariencia y el mismo nombre de Ejército de Libera-ción Nacional le otorgaba un perfil militar, no era menos cierto que era una organización política y militar.
Como se demostró históricamente en la ex URSS, China, Vietnam, la Re-pública Saharawi, Angola, Cuba y Nicaragua, entre otros procesos, la posibi-lidad de un triunfo revolucionario sólo es posible con esa forma de organiza-ción.
El ELN, que para los gobiernos de Barrientos, Ovando y Torres era la expre-sión más intransigente del “castrocomunismo” y, por tanto, debía ser desarti-culado, sin importar las consecuencias.
Por esa explícita razón, es que en la historia de la liberación nacional boliviana, el ELN, es la organización con más asesinados en prisión y en combate, desaparecidos y detenidos.
Además de confrontarse abiertamente contra los gobiernos entregados al ca-pitalismo y al imperialismo, el ELN, había removido los cimientos de una iz-quierda conventual que desarrollaba su militancia en una perspectiva de-mocrática, buscando curules para la defensa de sus principios, carentes de una real estrategia de poder. O con una izquierda agitadora, que entendía que la revolución estaba a la vuelta de la esquina pero en sus balances políticos siempre declaraba que las masas “no se habían elevado a la altura del progra-ma”.
En ese contexto se produjo el golpe del Cnl. Banzer, figura que materializaba en Bolivia el proyecto anticomunista del Pentágono, que desató en el conti-nente una seguidilla de golpes de Estado que se apoyaron: Gueisel en Brasil, Videla en la Argentina, Pinochet en Chile a los que se sumaban la dictadura de Stroessner en Paraguay y José María Bordaberry en Uruguay.
El día del golpe, en la ciudad de La Paz, militantes del ELN protagonizaron enfrentamientos armados con los militares golpistas. Uno de estos pun-tos de resistencia armada fue en el cerro de Laikaqota, lugar en el que participaron con otros sectores y logran la rendición de soldados del regimiento “Castrillo”. Posteriormente, un ataque aéreo permitirá a los golpistas retomar el cerro, sin embargo, por su significación, el gorila Banzer instruye la demolición del cerro de Laikaqota el 16 de septiembre de 1971.
La tarea fundamental de eliminar al enemigo comunista, revolucionario o “destruir a la organización político – militar insurgente” se toma brutal y sistemáticamente meses después a partir de la estructuración de un Comité de Seguridad, es el tiempo de la dictadura gorila, cualquier oposición al régimen es acallada.
Durante un septenio, la bota militar de Banzer intervino en las fábricas, en los sindicatos, en las universidades y en las escuelas, empero, inevitablemente, tuvo que declinar en 1978 presionado por una Huelga de Hambre de valientes mujeres mineras -donde participó la compañera Domitila-,
la inminente crisis económica y el cambio de dirección de Estados Uni-dos, abriendo otro capítulo de nuestra historia. Chico Buarque sabe muy bien de esto cuando dijo a su dictador local: “a pesar de usted, mañana será otro día” y el banzerismo no pudo de-rrotar la rebeldía y la dignidad.
Estos gobiernos y la CIA organizaron el Plan Cóndor. Son los responsables hasta el día de hoy, de centenares de desaparecidos.
La burguesía generada en Bolivia esos años no ha dejado su poder económico y político. Sigue conspirando después de asimilar los primeros golpes que le diera el proceso de cambio. La pro-ducción y/o escases de ali-mentos, la comercialización interna de gasolina, gas y die-sel y, su hermano gemelo, el contrabando, el control de la banca y las finanzas, el “agarrapatamiento” del sec-tor textil al Estado para seguir nu-triéndose de él y la estructura-ción de una nueva éli-te econó-mica militar, que, en camuflado servilismo, “acata, pero no cumple” los principios de transforma-ción del Estado Plurinacional, son se-ñas de aquello. Esa burguesía sigue vi-va y goza de buena salud y, peor aún, pretende conseguir nuevos aliados lo-cales, tragándose con bronca su ances-tral racismo y discriminación.
Por lo dicho, expresamos hacia los so-brevivientes de esa generación, nues-tra admiración y respeto, ya que tuvie-ron la oportunidad de conservar su vi-da consecuente de lucha y resistencia, pese a la cárcel, el exilio y la tortura. Seguirán siendo íconos de la revolu-ción socialista en Bolivia.
En este 21 de agosto convocamos a to-dos ellos y ellas a la unidad, cerrando filas, luchando contra el enemigo prin-cipal: el imperialismo y contra sus aliados internos, los capitalistas boli-vianos entregados a las transnaciona-les.
!Hasta la Victoria Siempre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario