jueves, 13 de junio de 2019

Ser guevarista, 91 veces Che



Ser guevarista, 91 veces Che, necesita este mundo en agonía. Che: nuestro homenaje es no arriar jamás tus banderas.

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Donde fuera que resonara el rumor de los andares del Che, la derecha se estremecía de ira y miedo. Eran finales de los 60; la CIA buscaba a Ernesto, mientras la campaña de chismes, tan típica de la derecha y de las mentes miserables, hablaba de su muerte; pero, más allá de esas patrañas y de sus interlocutores, la juventud ardía en rebeldía, sentía la necesidad histórica de superar al capitalismo y al imperialismo norteamericano como su expresión más violenta y hacer la Revolución “tomando el cielo por asalto”. Toda esa generación, ávida de vencer gracias a la Revolución cubana que se ganó el lugar de faro de la revolución en nuestra América, fue partícipe de cientos de esfuerzos por girar las ruedas de la historia para superar al capitalismo, siendo el Che uno de sus referentes inmediatos más radicales.

Asesinado cobardemente en Bolivia un triste 9 de octubre de 1967, el Che, su indeleble imagen y su radical propuesta, no dejaron de arder en muchos esfuerzos revolucionarios en el mundo. Como las olas, el Che volvía y se hacía presente en los periodos de las dictaduras latinoamericanas, en los de democracia liberal y en la lucha de los progresistas que volvían a su imagen, a su voz y a su pensamiento. Incluso, el propio mercado capitalista trató de reducir al guerrillero heroico a una mercancía inerte frente a su innegable presencia.

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Pero el Che, indómito revolucionario como Fidel y Raúl, no había pasado su intensa y corta vida con ambages y, tanto su experiencia, su práctica, su reflexión dura y permanente y su pensamiento de fuego, habían aportado a la revolución socialista, a los caminos para vencer al capitalismo. Por ello, el estudio profundo y no mediocre del marxismo, del leninismo, de la historia, son punto de partida para el pensamiento guevarista, aunque con otra particularidad.

Para el Che, el “escapar del mecanicismo como de la peste”, como señalara en algún discurso a trabajadores en Cuba, era parte central de la tarea revolucionaria que se traducía en el reflexionar críticamente con el marxismo la realidad para transformarla. La linealidad, el positivismo, son parte de la “peste” que no permiten la reflexión y terminan siendo un escollo para el marxismo, son su negación. La capacidad creadora, fortalecida con un marxismo sin cadenas, es el instrumento indispensable para una revolución socialista. Así, el guevarismo no solamente es marxista y leninista, sino crítico y creador.

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Amar la revolución, asumirse revolucionario, es también indispensable para ser guevarista. Esto quiere decir que no solamente se trata de dotarse de marxismo para interpretar la realidad, sino que es fundamental mirarse al espejo para reflexionarse en el sendero revolucionario, en la necesidad de vencer individual y colectivamente las taras del capitalismo.

La construcción de la conciencia revolucionaria viene por el cuestionamiento individual constante para poder aportar de mejor manera a los procesos colectivos donde el capital ha naturalizado su práctica, sus sentidos. Este desaprender las prácticas y los sentidos de la dominación y la explotación, alimentados en los países del Tercer Mundo por el colonialismo y el patriarcado, permitirán construir las bases para vencer al capitalismo, asumiéndose como clase, como proletariado frente a la burguesía y su proyecto.

Por eso, el sentimiento más profundo y presente de un revolucionario es el amor; amor a la revolución, a la humanidad, a la justicia, a la libertad.

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Hacer una revolución es conciencia del pueblo, fuerza de la historia, lucha de ideas, odio de clase, tenacidad, convicción y aventurerismo, pero de ese que pone el pellejo para mostrar sus verdades, como dijera el Che. Es decir, de lo que se trata es de actuar, de hacer, ya que muchos proyectos se han quedado en las cavilaciones de un puñado de iluminados que no existen en la lucha revolucionaria. Che, como Carlos Marx, filósofo de la praxis, propone aprehender de la acción concreta para generar conocimiento.

Para el Che, teoría y práctica no pueden estar deslindadas, el “hacer” forma parte fundamental del guevarismo en cada etapa que toque desarrollar las tareas revolucionarias, siempre complejas, difíciles, pero siempre presentes para quienes asumen la decisión consciente de no aceptar la explotación y la injusticia en ninguna parte del mundo, característica de un internacionalismo proletario no retórico.


Boris Ríos
Movimiento Guevarista

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