Ser guevarista, 91 veces Che, necesita este mundo en agonía. Che: nuestro
homenaje es no arriar jamás tus banderas.
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Donde fuera que resonara el rumor de los andares del Che, la derecha se estremecía
de ira y miedo. Eran finales de los 60; la CIA buscaba a Ernesto, mientras la
campaña de chismes, tan típica de la derecha y de las mentes miserables,
hablaba de su muerte; pero, más allá de esas patrañas y de sus interlocutores,
la juventud ardía en rebeldía, sentía la necesidad histórica de superar al
capitalismo y al imperialismo norteamericano como su expresión más violenta y
hacer la Revolución “tomando el cielo por asalto”. Toda esa generación, ávida
de vencer gracias a la Revolución cubana que se ganó el lugar de faro de la revolución
en nuestra América, fue partícipe de cientos de esfuerzos por girar las ruedas
de la historia para superar al capitalismo, siendo el Che uno de sus referentes
inmediatos más radicales.
Asesinado cobardemente en Bolivia un triste 9 de octubre de 1967, el Che,
su indeleble imagen y su radical propuesta, no dejaron de arder en muchos
esfuerzos revolucionarios en el mundo. Como las olas, el Che volvía y se hacía
presente en los periodos de las dictaduras latinoamericanas, en los de
democracia liberal y en la lucha de los progresistas que volvían a su imagen, a
su voz y a su pensamiento. Incluso, el propio mercado capitalista trató de
reducir al guerrillero heroico a una mercancía inerte frente a su innegable
presencia.
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Pero el
Che, indómito revolucionario como Fidel y Raúl, no había pasado su intensa y
corta vida con ambages y, tanto su experiencia, su práctica, su reflexión dura
y permanente y su pensamiento de fuego, habían aportado a la revolución socialista,
a los caminos para vencer al capitalismo. Por ello, el estudio profundo y no
mediocre del marxismo, del leninismo, de la historia, son punto de partida para
el pensamiento guevarista, aunque con otra particularidad.
Para el
Che, el “escapar del mecanicismo como de la peste”, como señalara en algún
discurso a trabajadores en Cuba, era parte central de la tarea revolucionaria
que se traducía en el reflexionar críticamente con el marxismo la realidad para
transformarla. La linealidad, el positivismo, son parte de la “peste” que no
permiten la reflexión y terminan siendo un escollo para el marxismo, son su
negación. La capacidad creadora, fortalecida con un marxismo sin cadenas, es el
instrumento indispensable para una revolución socialista. Así, el guevarismo no
solamente es marxista y leninista, sino crítico y creador.
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Amar la revolución, asumirse revolucionario, es también indispensable para
ser guevarista. Esto quiere decir que no solamente se trata de dotarse de
marxismo para interpretar la realidad, sino que es fundamental mirarse al
espejo para reflexionarse en el sendero revolucionario, en la necesidad de
vencer individual y colectivamente las taras del capitalismo.
La construcción de la conciencia revolucionaria viene por el
cuestionamiento individual constante para poder aportar de mejor manera a los
procesos colectivos donde el capital ha
naturalizado su práctica, sus sentidos. Este desaprender las prácticas y los
sentidos de la dominación y la explotación, alimentados en los países del Tercer
Mundo por el colonialismo y el patriarcado, permitirán construir las bases para
vencer al capitalismo, asumiéndose como clase, como proletariado frente a la
burguesía y su proyecto.
Por eso, el sentimiento más profundo y presente de un revolucionario es el
amor; amor a la revolución, a la humanidad, a la justicia, a la libertad.
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Hacer una revolución es conciencia del pueblo, fuerza de la historia, lucha
de ideas, odio de clase, tenacidad, convicción y aventurerismo, pero de ese que
pone el pellejo para mostrar sus verdades, como dijera el Che. Es decir, de lo
que se trata es de actuar, de hacer, ya que muchos proyectos se han quedado en
las cavilaciones de un puñado de iluminados que no existen en la lucha
revolucionaria. Che, como Carlos Marx, filósofo de la praxis, propone
aprehender de la acción concreta para generar conocimiento.
Para el Che, teoría y práctica no pueden estar deslindadas, el “hacer” forma
parte fundamental del guevarismo en cada etapa que toque desarrollar las tareas
revolucionarias, siempre complejas, difíciles, pero siempre presentes para
quienes asumen la decisión consciente de no aceptar la explotación y la
injusticia en ninguna parte del mundo, característica de un internacionalismo
proletario no retórico.
Boris Ríos
Movimiento
Guevarista
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