domingo, 26 de marzo de 2017

Los escritos del ELN Cultura

La historia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido  narrada algunas veces combinando el mito con lo histórico. Incluida la Guerrilla de Ñancahuazú, las acciones políticas y militares del ELN  fueron rodeadas por la leyenda. La clandestinidad y una modalidad compartimentada de sus comunicaciones contribuyeron a esa mezcla.

Del 67 en adelante, estar en franca guerra con los diferentes Gobiernos de turno y vivir literalmente “a salto de mata”, escondiéndose y huyendo, hizo que la historia del ELN se reconstruya con base en versiones orales muchas veces contradictorias.

Estas mismas circunstancias hicieron que muchos de sus documentos y manifiestos políticos hayan desaparecido. La misma suerte corrió parte de la correspondencia entre sus miembros y otro tipo de escritos personales, pues cuando las instituciones de la represión daban con una casa de seguridad del ELN se secuestraba toda la documentación encontrada en el lugar.

No obstante, el libro Ejército de Liberación Nacional (ELN). Documentos y escritos 1966-1990 —editados por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia— salda en parte, las dificultades que han permitido la invasión del mito sobre la historia del ELN. Este libro recupera más de 600 páginas de documentos, cartas, comunicados, panfletos, declaraciones, entrevistas y otros escritos de esta organización que se levantó en armas contra diferentes Gobiernos postulando el internacionalismo.

El libro concentra el discurso directo del ELN con muchos documentos inéditos, más una introducción —escrita por los editores Boris Ríos, Héctor Udaeta y Javier Larraín— que reconstruye brevemente las décadas que la organización estuvo activa.

Entre 1967 y 1969 están recopilados varios documentos, la mayoría firmados por Inti Peredo (que había sucedido al Che Guevara), que quieren contrarrestar la versión del Gobierno de que el ELN había sido aniquilado en Ñancahuazú. Los comunicados terminan con la frase: “volveremos a las montañas”, anunciando una nueva incursión armada.

Son sobrecogedoras las despedidas que los miembros del ELN dejaron a sus familias antes de partir a Teoponte, donde la mayoría murió por inanición: “Razones que Uds. comprenderán me obligan a recurrir a esta vía para decirles un adiós que acaso sea el definitivo. Para cuando hallen esta carta –que la dejó deliberadamente semiescondida entre mis pocas pertenencias–, me encontraré en las montañas, al lado de Horacio y de otros que como yo creen que bien vale la pena perder la vida si con este sacrificio contribuimos a crear el “hombre nuevo”, aquel que todo lo da y que nada pide para sí” (Despedida de Moisés Rueda Peña, 18/7/1970).


Ricardo Aguilar Agramont

Publicado en Los Tiempos

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