(Publicado en Maya # 4)
Tras las elecciones nacionales y el preámbulo a las sub nacionalebs, se abren nuevamen‐
te los debates de candidaturas. En algunas regiones y municipios, la pugna por las can‐
didaturas se ha convertido en el principal conflicto, relegando a un segundo plano al
programa y al plan de los gobiernos sub nacionales. Pareciera que el instrumento, o
sea, la democracia liberal y su lógica prebendal, han ocupado el lugar del fin: la cons‐
trucción del Socialismo Comunitario.
Las muertes y el sacrificio del pueblo abrieron la posibilidad de otra sociedad; diferente
a las del capitalismo, a las del colonialismo y del machismo y este es el norte que debe
guiarnos. Las candidaturas son un problema secundario supeditadas a los programas de
gobiernos sub nacionales y a la democracia de las calles, las barricadas y las comunida‐
des, es decir, una democracia no liberal.
La derecha aún no encuentra un camino más claro para frenar y hacer retroceder al
proceso de cambio, pero eso no significa que su actuar no tiene peso. Las pasadas elec‐
ciones de octubre nos muestran que la derecha ha influido en un tercio de la población,
que bajo el miedo, el terror y la moralina burguesa, ha sabido sacar pañuelos blancos,
aquellos que recuerdan el accionar pro fascista que pide paz con una mano y golpea
con el garrote con la otra. Es necesario profundizar para avanzar y vencer definitiva‐
mente a la derecha.
Los espacios de discusión y organización de los sectores populares y progresistas deben
ampliarse y deben jugar un papel fundamental en este nuevo periodo. Las reivindica‐
ciones sectoriales no pueden suplantar a un horizonte común.
Es necesario, luego de estas breves reflexiones, encontrar en el seno de las organizacio‐
nes y movimientos sociales el espíritu combativo que permitió abrir la posibilidad de
otro tiempo. Y es te otro tiempo debe significar la ruptura con la linealidad vacía del ca‐
pitalismo.
Ninguna victoria electoral es trascendental sino representa una victoria política, más
aún cuando se ha depositado en esta victoria la esperanza de derrotar al neoliberalis‐
mo, al capitalismo, al colonialismo y al machismo. Asimismo, ningún horizonte de lucha
tiene sentido sino se vislumbra en él al Socialismo Comunitario.
Las elecciones del 12 de octubre se llevaron con casi total normalidad y dieron como
resultado la indiscutible victoria, con el 61,36%, a Evo Morales del Movimiento al Socia‐
lismo ‐ Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS‐IPSP) con una partici‐
pación masiva de la ciudadanía que casi alcanza al 90% en Bolivia y la participación de
electores en 33 países en donde Morales gana con el 72,29%.
Esta victoria, que le brinda los 2/3 de la Asamblea Legislativa Plurinacional a Evo Mora‐
les se dio, a diferencia de otros procesos electorales, en un ambiente en donde no se
definían posiciones polarizadas, sino el propio llamado “Proceso de Cambio”. Hagamos
un repaso de las características de esta elección y su significado en la perspectiva de la
lucha anticapitalista y anticolonial abierta por la lucha popular boliviana.
Las cifras de la elección de octubre 2014
Los resultados de las elecciones presidenciales fueron:
Cuadro: Resultados de las elecciones presidenciales 2014
Organización Política Resultados (%)
PDC 9,04
PVB‐IEP 2,65
MSM 2,71
MAS‐IPSP 61,36
UD 24,23
Fuente: OEP
El MAS‐IPSP ganó en 8 de los 9 departamentos de Bolivia; en Chuquisaca con el 63,38%,
en La Paz con el 68,92%, en Cochabamba con el 66,67%, en Oruro con el 66,42%, en Po‐
tosí con el 69,49%, en Tarija con el 61,48%, en Santa Cruz con 48,99, en Pando con
52,09%. Mientras que perdió en Beni con el 41,49% frente a Unidad Demócrata del em‐
presario Samuel Doria Medina que ganó con el 51,44%.
Bajo estos resultados, podemos realizar una comparación con el anterior proceso elec‐
toral:
Cuadro: Votación del MAS‐IPSP en 2009 y 2014
Departamento 2009 (%) 2014 (%) Diferencia
Chuquisaca 56,05 63,38 7,33
La Paz 80,28 68,92 ‐11,36
Cochabamba 68,82 66,67 ‐2,15
Oruro 79,46 66,42 ‐13,04
Potosí 78,32 69,49 ‐8,83
Tarija 51,09 61,48 10,39
Santa Cruz 40,91 48,99 8,08
Beni 37,66 41,49 3,83
Pando 44,51 52,09 7,58
Fuente: Elaboración propia en base a datos del TSE
En las circunscripciones especiales, compuestas por naciones y pueblos indígena‐
originario‐campesinos, se tuvieron los siguientes resultados:
Cuadro: Votación 2014 del MAS‐IPSP Circunscripciones especiales
Circunscripción especial 2014 (%)
La Paz 77,40
Cochabamba 87,78
Oruro 43,85
Tarija 81,73
Santa Cruz 66,31
Beni 68,92
Pando 70
Fuente: Elaboración propia en base a datos del TSE
En términos generales, en 2014, el MAS‐IPSP logra el 61,36%, mientras en 2009 obtuvo
64,22% ambos datos a nivel Bolivia y en el exterior. El ausentismo en 2009 fue del
5,45% y en 2014 fue del 11,23%.
El PVB y el MSM, al lograr tan sólo el 2,71% y el 2,65% respectivamente, perderían su
personalidad jurídica por no alcanzar el mínimo requerido del 3% por la Ley de Régi‐
men Electoral en su artículo 59, además de que no se les asignaría escaños parlamen‐
tarios plurinacionales, caso en el que no se empleara la fórmula estipulada para este
procedimiento que siempre reconoce las minorías.
De esta manera, el MAS consolida 25 senadores de un total de 36 y 88 diputados de un
total de 130, es decir, alcanza a más de los 2/3 de la Asamblea Legislativa Plurinacional
con 113 parlamentarios.
No está demás mencionar que con este escenario las mujeres conseguirían, por prime‐
ra vez en la historia de Bolivia, el 51% de los curules.
Significados de las elecciones
Temprano en las elecciones, en Cochabamba, UD a través de Arturo Murillo (“el bolas”),
realizó denuncias por diestra y siniestra. Así, salieron algunas denuncias, que al pasar
los días se demostraron como falsas y motivadas por “lo bolas” de su vocero.
Todo este marco apunta a que la tesis de ampliación de la base electoral del MAS esta‐
ba equivocada y que la forma “masa electoral” no es lo mismo que la de movimiento
social, y es precisamente en ese sentido, que el proceso de cambio tuvo respaldo frente
a las afrentas de los sectores de derecha. Esta característica es una diferencia con el
proceso del nacionalismo revolucionario que pudo amasar a la masa obrera y campesi‐
na en su momento. De ahí, que el MAS haya bajado su apoyo en departamentos que
hacían el grueso del bloque social revolucionario, mientras subió en aquellos departa‐
mentos en donde la derecha tuvo mejor raigambre.
Es de mención que en las circunscripciones pertenecientes al TIPNIS, el MAS tuvo apo‐
yo entre el 70 y el 80%, develando que las comunidades indígenas abortaron por com‐
pleto las posiciones radicaloides impulsadas por externos durante las marchas en con‐
tra de la carretera. Sin embargo, se deja traslucir que gran parte de la votación del PVB
y del MSM provinieron del caudal de votación del MAS que no aprobara su apertura a
representantes de sectores empresariales y de derecha.
Por otro lado, el gran perdedor de las elecciones es el MSM, que en la más escueta de
sus proyecciones buscaba tener presencia por lo menos en el departamento de La Paz y
que ahora, seguramente, pierde su personalidad jurídica y ha protagonizado un desban‐
de de sus “acólitos”.
La derecha, por su lado, en la suma de la votación de UD y el PDC, alcanzó a un 33,27%
que también puede verse como un bloque social, lo que es preocupante frente a un
proceso que debería profundizarse.
Por último, registrar que en este proceso, las fuerzas de oposición, incluidos el PVB y el
MSM, que se habían autodenominado progresistas y de izquierda, terminaran unidos y
preparando acciones conjuntas.
En este marco, ¿corresponde seguir asumiendo que la victoria electoral ha significado
un avance al proceso de cambio? ¿Otra Bolivia es posible? ¿El tiempo del pachakuti ha
concluido? Esbocemos algunas hipótesis.
Los horizontes posibles y deseables
La forma movimiento social se ha sobrepuesto a la forma partido y la forma masa elec‐
toral, lo que es un aliento para seguir pensando que la decisión individual y colectiva de
gran parte de la sociedad boliviana quiere un cambio y construir un horizonte diferente.
Empero, esto se contradice cuando desde el propio MAS se imponen las miradas elec‐
toralistas, sin entender que la democracia liberal, es un medio y no un fin y que la de‐
mocracia popular, comunitaria y “de las calles”, es la que debe prevalecer frente a la de‐
legación y la representación, es decir, imponer el “poder hacer” de lo popular. Sería da‐
ñino que el MAS no lea la derrota electorera de este proceso.
Con todo, los movimientos sociales son los directos responsables de hasta dónde puede
avanzar el proceso, pues su capacidad de movilización, de discusión y definición de
horizontes tienen antecedentes de victoria.
El ingreso de representantes de la empresa privada y otros a la Asamblea Legislativa,
puede representar un peligro controlable en la medida que el impulso de las propues‐
tas desarrolladas en procesos de debate y consenso hagan pie en el Ejecutivo y éste im‐
ponga, como lo hizo anteriormente, una dinámica que no permita las desviaciones. Esto
en razón de que al parecer, la oposición podría perder cualquier protagonismo en la
Asamblea debido a su reducida y aún sin norte representación parlamentaria.
A ello se suma que no hay un líder de oposición, pues los partidos opositores tienen su
apoyo de manera regional y local, pero más debilitada que en la anterior gestión, así,
como pasó antes, el peor enemigo del MAS puede ser el MAS.
También es necesario que sobre la agenda de los movimientos sociales queden para el
debate y la acción permanentes la necesidad de construir una sociedad no capitalista,
construir pues, el socialismo comunitario. Esta tarea debe ser la que incomode al con‐
formismo y la comodidad del gobierno, pues, la raíz de la opresión, del subdesarrollo e
incluso del colonialismo, se encuentra en el capitalismo, en la racionalidad valor‐
mercantilista, en la negación del trabajo y en la disposición que hace la globalización del
capitalismo en nuestro país y en nuestra región.
En este camino es necesario discutir el tipo de desarrollo que se quiere, lejano, por su‐
puesto, del antihumano ultrismo medio ambiental pro imperialista, pero también ajeno
al desarrollo del festín capitalista del consumismo banal de los llamados países del pri‐
mer mundo.
Por último, estas elecciones marcan más o menos las pautas de que se tienen dos blo‐
ques; uno minoritario, pero con vitalidad y, otro, mayoritario, indígena, campesino, ori‐
ginario, obrero y de las clases medias progresitas, dispuesto a defender el proceso. Con
esto, es evidente que en la medida que las circunstancias lo permitan, existirán momen‐
tos de polarización que podrán resolverse por la vía electoral o el de la movilización.
Esta historia por escribir será posible en la medida en que, como decía Benjamín,
los movimientos sociales entiendan que “el sujeto del conocimiento histórico es la misma
clase oprimida que combate…”